Los niños, a diferencia de los adultos, no siempre disponen de recursos suficientes para expresar su malestar, lo que les lleva a encontrar otras vías de comunicación alternativas a la palabra.
- Cambios significativos en el comportamiento: Si notas cambios repentinos o significativos en el comportamiento de tu hijo, como aislamiento, agresión, tristeza persistente o regresión en habilidades previamente adquiridas, podría ser indicativo de problemas emocionales que podrían abordarse en la terapia.
- Dificultades en la escuela: Problemas académicos persistentes, dificultades de atención, problemas de socialización o quejas frecuentes de maestros pueden ser signos de dificultades emocionales o de aprendizaje que podrían beneficiarse de la intervención de un psicólogo.
- Cambios en el rendimiento académico: Un deterioro repentino en el rendimiento escolar o la falta de interés en las actividades académicas podrían ser indicativos de problemas emocionales o de salud mental.
- Problemas de relación: Dificultades para hacer amigos, conflictos frecuentes con compañeros o problemas en las relaciones familiares pueden ser señales de que tu hijo podría beneficiarse de la orientación de un profesional.
- Trastornos del estado de ánimo: Cambios extremos en el estado de ánimo, como episodios de tristeza intensa o irritabilidad, podrían ser indicativos de problemas emocionales que requieren atención.
- Experiencias traumáticas: Si tu hijo ha experimentado eventos traumáticos, como la pérdida de un ser querido, divorcio, o cualquier otro evento estresante.
- Dificultades de adaptación: Cambios significativos en la vida de tu hijo, como mudanzas, cambios en la estructura familiar, o transiciones escolares, pueden ser momentos en los que la ayuda de un psicólogo podría facilitar la adaptación.
- Quejas de otros adultos significativos: Si maestros, cuidadores u otros adultos expresan preocupaciones sobre el comportamiento o el bienestar emocional de tu hijo, es importante tomarse esas preocupaciones en serio y considerar la consulta con un psicólogo.
Recuerda que cada niño es único, y no hay un criterio estricto para buscar ayuda. Si tienes inquietudes sobre la salud mental de tu hijo, buscar la orientación de un profesional puede ser un paso positivo para apoyar su bienestar emocional.
Repasando los datos de la última década, es necesario destacar que la probabilidad de sufrir un problema de salud mental en el total de niños ha ido creciendo progresivamente desde 2011. Este crecimiento se ha acentuado en los últimos 3 años, pasando de menos del 6% en el año 2018 a porcentajes cercanos al 10% en 2021 en población infantil.