Adolescencia: identidad y autonomía

Caminando entre dos mundos, demasiado jóvenes para ser adultos, pero demasiado grandes para seguir siendo niños.

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La adolescencia es una etapa crítica de desarrollo, marcada por cambios profundos tanto físicos como emocionales. Pongamos un ejemplo, Hugo, con sus 13 años, está en esa etapa en la que quiere demostrar que es independiente, pero su habitación es un caos: ropa tirada por el suelo, papeles desordenados y la cama sin hacer. Cuando su madre entra para decirle que lo ordene, él responde de mala manera: "¡Ya lo haré luego!". Cada vez habla menos en casa y, cuando lo hace, es para contestar con monosílabos o evadir preguntas.

Últimamente, Hugo se aísla en su habitación, pendiente del móvil, chateando o viendo vídeos, mientras ignora las conversaciones familiares. Aunque busca alejarse de su infancia, aún mantiene algunas costumbres. A veces, el cambio de humor es evidente: pasa de estar alegre con sus amigos a enfadarse con sus padres por cosas insignificantes.

Siente que el control sobre su vida es lo que necesita, pero en realidad no termina de organizarse. Pide libertad para decidir, pero se resiste a aceptar las responsabilidades que vienen con ella. Debe tomar decisiones sobre su futuro y parecen no importarle demasiado, aunque sí le importa mucho conseguir las zapatillas de moda con las que se ha obsesionado. Le cuesta ducharse pero aún así, se pasa 35 minutos realizando un peinado novedoso y bañándose en el desodorante de su padre.

En medio de todo esto, Hugo está buscando su propio espacio, mientras los padres observan, a veces confundidos, cómo el niño que conocían va dejando de serlo.

Hugo refleja este proceso de transformación: su cuerpo cambia, su voz se transforma y, con ello, su percepción del mundo y de sí mismo. Como describe Françoise Dolto, la adolescencia es un "segundo nacimiento", un periodo en el que el joven se aleja de la infancia y comienza a forjar su autonomía e identidad personal.

Durante esta etapa, los adolescentes experimentan una auténtica revolución hormonal que impacta tanto en su cuerpo como en su psique. Estos cambios hormonales no solo influyen en su comportamiento, sino que les hacen replantearse su lugar en el mundo. Hugo, como muchos adolescentes, se siente atrapado entre dos mundos: demasiado joven para las responsabilidades adultas, pero demasiado mayor para seguir siendo un niño. Mantiene objetos y recuerdos de su infancia, como juguetes, que lo conectan con el niño que fue, pero al mismo tiempo siente la necesidad de alejarse de la dependencia emocional hacia su familia.

A medida que avanza en esta fase de su vida, Hugo comienza a sentir una desconexión con sus padres. Los gestos de afecto familiar que antes le brindaban seguridad ya no tienen el mismo efecto, y busca consuelo y validación en sus amigos. Este alejamiento no implica falta de amor o rebeldía per se, sino que forma parte del proceso natural de desarrollo de la autonomía. El surgimiento de la sexualidad y la curiosidad por relaciones nuevas fuera del ámbito familiar contribuyen a esta desconexión.

La separación de la protección familiar es crucial para que el adolescente pueda salir al mundo y definir su identidad fuera del hogar. Hugo busca en sus amigos respuestas que antes encontraba en su familia, y es aquí donde entra en juego uno de los grandes retos de la adolescencia: la necesidad de independencia. Como señalan estudios sobre el desarrollo adolescente, esta etapa implica no solo la exploración de su identidad, sino también una lucha constante entre el deseo de tener los "derechos" de los adultos sin necesariamente estar preparado para asumir todas sus responsabilidades (Erikson, 1968).

En este proceso de búsqueda de identidad, Hugo empieza a definir quién es a través de sus gustos, como la música, la moda y la pertenencia a grupos de amigos. La presión por ser aceptado puede llevarlo a hacer concesiones o tomar decisiones arriesgadas en su deseo de ser reconocido y validado. La identidad de Hugo, como la de muchos adolescentes, se moldea en gran medida a través de su integración en el grupo social y las concesiones que hace para encajar.

Este proceso no está exento de tensiones familiares. Los padres suelen encontrarse con que los amigos elegidos por sus hijos no siempre coinciden con sus expectativas, lo que puede generar preocupación. Sin embargo, para Hugo, ser aceptado por su grupo de iguales es crucial para su desarrollo, ya que los amigos comienzan a sustituir a los padres como principales interlocutores. En este contexto, es importante que los padres acompañen a sus hijos adolescentes sin imponerles restricciones demasiado rígidas, permitiendo que exploren su independencia mientras mantienen una presencia atenta.

Consejos para los padres

Dada la importancia de la autonomía y la identidad en la adolescencia, es fundamental que los padres ofrezcan un apoyo equilibrado, que les permita a los jóvenes explorar su independencia sin sentirse desatendidos. Algunos consejos clave incluyen:

  1. Ofrecer libertad controlada: Es vital otorgar a los adolescentes la libertad que necesitan para crecer, pero bajo una supervisión adecuada. Los padres deben fijar límites claros sobre aspectos como el uso de dispositivos electrónicos, las salidas con amigos o las horas de estudio, pero con un enfoque flexible que permita ajustes según la evolución del comportamiento del adolescente.
  2. Mantener abiertos los canales de comunicación: Aunque los adolescentes tienden a distanciarse emocionalmente de sus padres, es crucial que sientan que pueden acudir a ellos cuando lo necesiten. Los padres deben estar dispuestos a escuchar sin juzgar y a proporcionar orientación sin imponer sus propias expectativas.
  3. Respetar su espacio e identidad emergente: A medida que los adolescentes definen su identidad, es importante que los padres respeten sus gustos, incluso si no los entienden o comparten. La música, la moda o los nuevos intereses son expresiones de su identidad, y criticarlos podría hacer que el adolescente se sienta incomprendido.
  4. Fomentar un equilibrio entre autonomía y responsabilidad: Si bien los adolescentes desean los "derechos" de los adultos, también deben aprender las responsabilidades que conlleva la independencia. Los padres pueden fomentar esta madurez asignándoles pequeñas responsabilidades en el hogar o en sus estudios, permitiéndoles experimentar las consecuencias de sus decisiones de manera segura.
  5. Estar presentes como referentes: Aunque los adolescentes busquen distancia emocional, siguen necesitando la estabilidad y seguridad que brinda una familia. Los padres deben estar atentos a cambios importantes en el comportamiento de sus hijos, como la desconexión extrema, los cambios repentinos en las amistades o el aislamiento, que podrían ser señales de problemas más profundos.

La adolescencia es una etapa de contrastes donde los jóvenes, como Hugo, se encuentran entre el mundo de la infancia y el de la adultez, en un proceso constante de búsqueda de su identidad y autonomía. Este periodo puede generar tensiones y desafíos, pero con el apoyo adecuado, los padres pueden ayudar a sus hijos a navegar por este camino hacia la independencia emocional y social, permitiendo que emerjan como adultos responsables y seguros de sí mismos.

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